lunes, 11 de octubre de 2021

La Salud Mental primero

 


Por: Ricardo Quesada C.

Ayer se conmemoró el Día Mundial de la Salud Mental y siempre es importante reflexionar sobre este tema. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS),  la depresión, ansiedad y otras patologías se han incrementado en la ciudadanía de las Américas y recalcan que de no atenderse el problema podríamos enfrentar una situación difícil. 

Es importante saber que el cuidar de nuestra Salud Mental también nos permite responder positivamente o de una mejor manera ante las situaciones diarias de la vida, es preocuparnos por nuestro bienestar biopsicosocial. 

Pero no solamente el nuestro, sino también el de las personas que están a nuestro alrededor. Motivarnos e impulsar a otros a por ejemplo  leer, cantar, bailar, caminar, interesarse por algún instrumento musical, realizar cualquier tipo de  actividad física y tantas otras cosas, puede ayudarnos a sobrellevar o al menos hacer menos pesado un estado de depresión o cualquier otro. 

En la Asamblea Mundial de la Salud celebrada este año, se reconoció la necesidad de ampliar los servicios de salud mental de calidad a todos los niveles y desde luego Costa Rica no escapa de ello. 

Es urgente trabajar en fortalecer los servicios de salud mental para poder dar mayores y mejores respuestas ante el lamentable y evidente aumento de trastornos del estado del ánimo, que se  han presentado a lo largo de la historia, exacerbándose en estos años de pandemia tan dolorosa por las perdidas de familiares y amigos que hemos tenido. Pero que también nos ha retado como sociedad y como país para dar respuestas concretas a esto. 

Sobre todo,  debemos ser sensibles y entender que el diagnóstico cualquiera que sea  no define a una persona,  es necesario buscar ayuda  profesional. 

Estar atentos a cualquier señal de auxilio que nos den los demás es una oportunidad para ayudar y sí también para construir un mejor país.

viernes, 1 de octubre de 2021

Casa limpia, vida plena



 Por: Adriana Núñez.

Una de las lecciones más importantes que nos da la vida, es que llegarán siempre momentos en los que, sin dudas ni temores, tendremos que limpiar la casa.

Y al decir esto no solo me refiero a la vivienda donde amanecemos cada día, sino también a nuestra casa interior. En ambos casos, el ejercicio es similar -al igual que los resultados- pues, aunque al principio desapegarnos de ciertas emociones, cosas o personas nos cause un poco de dificultad, zozobra e incluso dolor, una vez eliminado todo aquello que nada positivo nos aporta, experimentaremos una increíble tranquilidad y al sentir que la claridad nos rodea, la decisión tomada será aún más gratificante.

Como parte de mi proceso personal de crecimiento, en los últimos meses he abordado en varias ocasiones el ejercicio de limpieza que -lógicamente- no se realiza en un día. Comencé primero por revisar mi armario para eliminar algunas prendas que en largo tiempo no había usado y junto a mucha de la ropa de Mayid, hice varios paquetes que distribuí entre gente que la necesitaba más que yo.

Luego, ordené los cajones eliminando de ellos papelitos, recibos, lapiceros sin tinta, llaveros baratos, tiquetes viejos y otras nimiedades que vamos recogiendo en el camino sin pensar en que la única función que desempeñarán será la de atiborrar la mesita de noche.

Sacudidos y reacomodados los muebles y cortinas, descolgados de las paredes algunos cuadros descoloridos y redistribuidos o empacados los enseres de cocina que por duplicado a veces exhibimos en el mostrador, procedí a abrir todas las puertas y ventanas y a colocar incienso en el salón principal, para que circulara el aire por cada rincón de la casa y el acanelado olorcillo se impregnara en las telas y tapices.

Al cabo de varios días, con mi hogar aseado, ordenado y luminoso, pude iniciar -después de una profunda meditación- mi limpieza interior.

Repasé las relaciones de amistad que he mantenido a lo largo de las décadas y pude definir exactamente cuáles han sido recíprocas, solidarias, cálidas y positivas.

Aquellas personas con las que alternaba prácticamente por inercia, que no tuvieron interés en conocerme realmente o se acercaron a mí por hipocresía, envidia o compromiso, desaparecieron durante los meses más duros del duelo, retratándose como lo que ahora son: figuras pasajeras que no dejaron huella alguna y por las que no siento ni rencor ni añoranza. Mentalmente les dije adiós y ya se esfumaron en la niebla...

Afortunadamente, con la mayoría de mis amistades y familiares he renovado con gran ímpetu los lazos de afecto que nos mantienen unidos. E incluso he recobrado amigos de mi niñez y juventud, que siguieron rumbos distintos pero que ahora convergen en el camino que yo también estoy recorriendo.

Ligera de equipaje, he podido disfrutar -a pesar de la pandemia- de hermosas y alegres pláticas con personas propositivas, seguras de sí mismas, transparentes y cariñosas cuyo objetivo primordial es vivir la vida en paz y armonía, ayudar siempre que se pueda y encontrar felicidad, luz y gratitud aún en medio de circunstancias adversas.

Todo ello ha tomado un tiempo. Pero ha sido increíblemente sanador. Requirió compromiso conmigo misma, hacerle caso a mi intuición, poner límites, dejar ir, respirar profundamente, realizar cada acto con calma y aplomo y darme el chance de sonreír a menudo sin sentir remordimiento alguno.

Cierro estas palabras con una frase que leí alguna vez -no sé quien sería su autor- y que copié en mi libreta de detalles importantes: “La vida es como un rompecabezas, cada pieza tiene una razón, un lugar y un porqué. No insistas en colocar piezas donde no caben”

Adriana Núñez Artiles, 22 de abril 2021


Sobre la autora. Expresidenta del Colegio de Periodistas de Costa Rica y ex Secretaria del Sindicato Nacional de Costa Rica, se graduó en la Universidad de Costa Rica y cursó además una Maestría en Comunicación Social y Política en Florida, Estados Unidos. Durante más de cuatro décadas de ejercicio profesional, dirigió cinco medios de comunicación en nuestro país e impartió clases de periodismo en 3 universidades. Ha sido conferencista sobre temas de derechos de la mujer periodista y libertad de prensa a nivel internacional y además, ha escrito varios libros, entre ellos uno de cuentos y dos de cultura e historia. Actualmente se dedica a escribir y ocasionalmente a publicar artículos en distintos espacios públicos.

La Salud Mental primero

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